Retiro carmelitano «El agua en el Evangelio de San Juan» 11/3/2023

Compartimos aquí el video y los textos guía del Retiro impartido por el Padre Gabriel Castro OCD el pasado 11 de marzo en el convento de Santa Teresa y San José de Plaza de España.

El agua en el evangelio de san Juan

 Jn 3: “Le responde Nicodemo: —¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Podrá entrar de nuevo en el vientre materno para nacer? [5] Le contesta Jesús: —Te aseguro que, si uno no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” 

Jn 3: “Jesús, cansado del camino, se sentó tranquilamente junto al pozo. Era mediodía. [7] Una mujer de Samaría llegó a sacar agua. Jesús le dice: —Dame de beber.”

Jn 5: “Jesús lo vio acostado y, sabiendo que llevaba así mucho tiempo, le dice: —¿Quieres sanarte? [7] Le contestó el enfermo: —Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando yo voy, otro se ha metido antes. [8] Le dice Jesús: —Levántate, toma tu camilla y camina.”

Jn 7: “El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: —Quien tenga sed acuda a mí a beber: [38] quien crea en mí. Así dice la Escritura: De sus entrañas manarán ríos de agua viva.”

Jn 13: “se levantó de la mesa, se quitó el manto, y tomando una toalla, se ciñó. [5] Después echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba ceñida.”

Jn 19: “Al llegar a Jesús, viendo que estaba muerto, no le quebraron las piernas; [34] sino que un soldado le abrió el costado de una lanzada. Al punto brotó sangre y agua. [35] El que lo vio lo atestigua y su testimonio es fidedigno; sabe que dice la verdad, para que creáis vosotros”.

“…y suplicaba muchas veces al Señor me diese aquel agua”

 “Esto tienen los grandes ímpetus de amor que he dicho (44), a quien Dios los da. Es como unas fontecicas que yo he visto manar, que nunca cesa de hacer movimiento la arena hacia arriba. Al natural me parece este ejemplo o comparación de las almas que aquí llegan: siempre está bullendo el amor y pensando qué hará. No cabe en sí, como en la tierra parece no cabe aquel agua, sino que la echa de sí. Así está el alma, muy ordinario, que no sosiega ni cabe en sí con el amor que tiene; ya la tiene a ella empapada en sí. Querría bebiesen los otros, pues a ella no la hace falta, para que la ayudasen a alabar a Dios. ¡Oh, qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la Samaritana!, y así soy muy aficionada a aquel Evangelio; y es así, cierto, que sin entender como ahora este bien, desde muy niña lo era, y suplicaba muchas veces al Señor me diese aquel agua, y la tenía dibujada adonde estaba siempre, con este letrero, cuando el Señor llegó al pozo. Domine, da mihi aquam”. Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, capítulo 30, 19:

Ser personas-cántaros

 “Es cierto que en algunos lugares se produjo una «desertificación» espiritual, fruto del proyecto de sociedades que quieren construirse sin Dios o que destruyen sus raíces cristianas. Allí «el mundo cristiano se está haciendo estéril, y se agota como una tierra sobreexplotada, que se convierte en arena» En otros países, la resistencia violenta al cristianismo obliga a los cristianos a vivir su fe casi a escondidas en el país que aman. Ésta es otra forma muy dolorosa de desierto. También la propia familia o el propio lugar de trabajo puede ser ese ambiente árido donde hay que conservar la fe y tratar de irradiarla. Pero «precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir; así, en el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida, a menudo manifestados de forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza»[67]. En todo caso, allí estamos llamados a ser personas-cántaros para dar de beber a los demás. A veces el cántaro se convierte en una pesada cruz, pero fue precisamente en la cruz donde, traspasado, el Señor se nos entregó como fuente de agua viva. ¡No nos dejemos robar la esperanza!” Papa Francisco, Evangelii Gaudium 86:

Oración:

Jesús, bendiga yo tu santo nombre.

Jesús, mi corazón en ti se emplee.

Jesús, mi alma siempre te desee.

Jesús, lóete yo cuando te nombre.

Jesús, yo te confieso Dios y hombre.

Jesús, con viva fe por ti pelee.

Jesús, en tu ley santa me recree.

Jesús, sea mi gloria tu renombre.

Jesús, contemple en ti mi entendimiento.

Jesús, mi voluntad en ti se inflame.

Jesús, medite en ti mi pensamiento.

Jesús de mis entrañas, yo te ame.

Jesús, viva yo en ti todo momento.

Jesús, óyeme tú cuando te llame.

Cecilia del Nacimiento OCD 1570-1646

Déjame beber el agua

de esa fuente cristalina

que nace en tu corazón

y borbotea en tu herida.

Quisiera hundirme hasta el fondo

de esta fontana bendita.

Déjame besar la palma

De tus manos, Vida mía.

¡Déjame estar a tu lado

sintiéndome redimida

por tanto amor, tanta agua,

tanta estrella, tanta herida…!

Mª Lucía Carmen de la Trinidad